Existe el pensamiento de que la
educación tiene como objetivo en la sociedad “formar” sujetos que se
desarrollen con buenos valores, etc; sin embargo, esto se ha vuelto una excusa
para introducir a los jóvenes en el mundo de convivencia capitalista donde se
desenvuelven no como seres individuales con voz y criterio propio sino como
extensiones de visiones mercantilistas, partiendo de una educación, sí; pero
una educación instrumental más que integral, transformadora. El sujeto es
considerado como un ser educado, civilizado al que se le debe formar para
construir un rol social en el medio bajo relaciones institucionalizadas; de
esta manera, el conocimiento oficial implantado en el proceso de formación
de las personas pretende moldearlas para
reproducir una cultural legitimada, formando sujetos incompletos y sin el
sentimiento de autorrealización. Estas y otras más deficiencias son parte de
una reproducción de lo ajeno a nuestro contexto.
A partir de esta perspectiva, se plantea
considerar al sujeto como un ser con conocimientos previos que constituyen
parte de su interés y estructuras internas, que no pueden ser eliminados para
implantar un saber oficial.
Es él quien construye su
aprendizaje de forma colaborativa, respetuosa y sobretodo, en igualdad de
condiciones; lo que implica que el educador debe estar preparado para
enfrentarse a distintos saberes y ofrecer de manera motivadora y significativa los
nuevos saberes a compartir; de esto se desprende la importancia del educador
por identificarse como un mediador entre el conocimiento y el estudiante.