Cuando se trata de instaurar un
pensamiento crítico en la educación, la filosofía clásica no es suficiente para
lograrlo. Se puede hacer filosofía de la educación desde adentro de la práctica
misma, debido a que el pensamiento crítico implica comprender y analizar su
medio para dar inicio a la transformación de la educación a partir de sus
demandas y la acción pedagógica. Es por esta razón que la educación no puede
considerarse una acción aleatoria, sino una práctica social y discursiva con
objetivos.
Se ha considerado el conocimiento válido únicamente
si se imparte en la escuela; es decir, se legitimiza el conocimiento aunque
este implique un vaciamiento de contenidos. Pareciera primar el conocimiento
que se da en la escuela sobre el conocimiento previo y cultural que cada
individuo ha adquirido a lo largo de su vida, no por eso significa que sea
menos importante o que no se considere un saber.
Entre los problemas curriculares intenta solventar
la interdisciplinaridad y la transversalidad están los siguientes:
La interdisciplinaridad aborda los contenidos desde
distintas perspectivas puesto que una sola disciplina no abarca en su
totalidad.
Reconoce la unidad de la razón. El sujeto se
construye por mediaciones e interacciones, no por una cuestión alejada;
mientras que en la transversalidad surgen de demandas sociales específicas y no
a la lógica de las disciplinas o de las posibles interdisciplinas,
desvinculándose de los conocimientos escolares.
Los contenidos transversales se hacen cargo de problemas significativos.
El contenido curricular es tomado
como saberes científicos que son reconocidos por la escuela, lo cual implica un
desfase entre lo que se enseña en la escuela y la realidad. Se construye un
sujeto social de conocimiento desfasado del sujeto cultural que lo sostiene; a
su vez, entre estos problemas, no se logran alcanzar los fines sociales de la
educación.
Ahora bien, ambas presentan riesgos en su
desarrollo que debe mencionarse, por ejemplo,
con la Interdisciplinaridad se puede incurrir en forzadas integraciones
de disciplinas y caer en un integracionismo infundado. De esta manera es
difícil saber cuándo confluyen algunas o muchas disciplinas en el tratamiento
de algún contenido.
Y con la transversalidad, es un problema abordar
los conocimientos desde este punto porque da pie al vaciamiento de contenidos;
no se considera la visión o conocimientos previos como una tabula rasa.
No obstante, la pedagogía crítica contextualiza las
problemáticas presentes en la educación desde el vaciamiento de contenidos y
demás articulaciones, evidencia la necesidad de una educación liberadora y
crítica.
La pedagogía crítica propone no quedarse sólo en
“conceptos”, sino enseñar también “procedimientos” y “actitudes”. Fragmentar
los conceptos saber, saber hacer y valorar con la finalidad de ser organizardos
y orientados hacia la didáctica. Es decir, proponer una enseñanza alterna, que
inste el cuestionamiento a partir de la teoría y la praxis para generar mayor
conciencia y criticidad de la realidad en que se está inmerso.