martes, 20 de febrero de 2018

Modelos 1

Modelos 1



Mi experiencia en la Práctica Profesional…
El último año de carrera suele ser decisivo, implica el doble de esfuerzo y trae consigo muchos retos  así como grandes perspectivas. Era el año de la Práctica Profesional, y esto significaba demostrar el conocimiento adquirido durante nuestra formación.
Muy ilusionada y  motivada me sumergí en esta aventura; sin embargo, las olas no corrían a mi favor.  Con antelación envié los papeles que se requerían para comenzar la práctica, me asignaron un grupo fascinante y cuyas condiciones del colegio facilitaban mi desempeño durante los meses que iba a impartir clases; pero me encontré durante todo ese tiempo un mismo obstáculo que no me permitió desarrollarme como profesora de la manera deseada con mis estudiantes: la profesora.
Sin duda alguna, la profesora del colegio estaba inmersa en un modelo tradicionalista, en el cual la palabra de ella era la única y definitiva. Los estudiantes en varias ocasiones se acercaron a mí para comentarme la difícil comunicación que mantenían con ella, e incluso,  no faltaban los halagos y deseos de parte de ellos por continuar siendo yo su profesora.
Al ser una profesora con un modelo de enseñanza tan cuadrado, me limitaba a mí al desarrollar mis clases. Todo aquello que yo planeaba para llevar a cabo en mis lecciones con el grupo de la 7-2 , la profesora lo minimizaba y me forzaba a usar el libro de texto, esto con la excusa  que “los papás pagaron por ese libro”. Un libro cuyas indicaciones eran ambiguas y no instaban al pensamiento crítico del estudiantado. De esta manera,  uno como profesor ¿cómo va a contribuir con el cambio?
Preparé el material  correspondiente al nivel adecuado de cada estudiante de manera que facilitara un aprendizaje y experiencia significativa; mucho amor y tiempo dediqué para compartir el contenido de los temas en cada clase; pero no tuve nunca el apoyo de la profesora del colegio ni el de la profesora de la universidad.
Me sentí frustrada de dar todo lo mejor de mí pero no poderlo hacer como realmente quería sino como me  lo imponían. Por tanto, la idea inicial que tenía de esta aventura terminó dando otro giro hasta que, semanas antes de concluir la práctica, me di cuenta que el cariño que había germinado en los corazones de mis estudiantes era recíproco.
La Práctica Profesional en sí fue lo que dejó huella en mí y me permitió darme cuenta de tantas deficiencias en el sistema educativo, porque casos como el mío hay muchos otros en algún lugar del mundo, y si existe un problema significa que la raíz de dicho problema no ha sido sanada todavía. He ahí mi lucha. Yo quiero sanar esa raíz de ahora en adelante.


Modelos 2

Modelos 2

Modelos 3

Modelos 3

Reto 1

Reto 1

Cuando se trata de instaurar un pensamiento crítico en la educación, la filosofía clásica no es suficiente para lograrlo. Se puede hacer filosofía de la educación desde adentro de la práctica misma, debido a que el pensamiento crítico implica comprender y analizar su medio para dar inicio a la transformación de la educación a partir de sus demandas y la acción pedagógica. Es por esta razón que la educación no puede considerarse una acción aleatoria, sino una práctica social y discursiva con objetivos.

Se ha considerado el conocimiento válido únicamente si se imparte en la escuela; es decir, se legitimiza el conocimiento aunque este implique un vaciamiento de contenidos. Pareciera primar el conocimiento que se da en la escuela sobre el conocimiento previo y cultural que cada individuo ha adquirido a lo largo de su vida, no por eso significa que sea menos importante o que no se considere un saber.

Entre los problemas curriculares intenta solventar la interdisciplinaridad y la transversalidad están los siguientes:
La interdisciplinaridad aborda los contenidos desde distintas perspectivas puesto que una sola disciplina no abarca en su totalidad.
Reconoce la unidad de la razón. El sujeto se construye por mediaciones e interacciones, no por una cuestión alejada; mientras que en la transversalidad surgen de demandas sociales específicas y no a la lógica de las disciplinas o de las posibles interdisciplinas, desvinculándose de los conocimientos escolares.  Los contenidos transversales se hacen cargo de problemas significativos.

El contenido curricular es tomado como saberes científicos que son reconocidos por la escuela, lo cual implica un desfase entre lo que se enseña en la escuela y la realidad. Se construye un sujeto social de conocimiento desfasado del sujeto cultural que lo sostiene; a su vez, entre estos problemas, no se logran alcanzar los fines sociales de la educación.
Ahora bien, ambas presentan riesgos en su desarrollo que debe mencionarse, por ejemplo,  con la Interdisciplinaridad se puede incurrir en forzadas integraciones de disciplinas y caer en un integracionismo infundado. De esta manera es difícil saber cuándo confluyen algunas o muchas disciplinas en el tratamiento de algún contenido.
Y con la transversalidad, es un problema abordar los conocimientos desde este punto porque da pie al vaciamiento de contenidos; no se considera la visión o conocimientos previos como una tabula rasa.

No obstante, la pedagogía crítica contextualiza las problemáticas presentes en la educación desde el vaciamiento de contenidos y demás articulaciones, evidencia la necesidad de una educación liberadora y crítica.

La pedagogía crítica propone no quedarse sólo en “conceptos”, sino enseñar también “procedimientos” y “actitudes”. Fragmentar los conceptos saber, saber hacer y valorar con la finalidad de ser organizardos y orientados hacia la didáctica. Es decir, proponer una enseñanza alterna, que inste el cuestionamiento a partir de la teoría y la praxis para generar mayor conciencia y criticidad de la realidad en que se está inmerso.

Reto 2

Reto 2

Comprensión del proceso de conocimiento en la acción educativa

Todo docente debe comprender la función curricular que lleva consigo tanto en el espacio que lo rodea como el tipo de población con quien comparte los saberes; reflexionar y conocer las posibilidades pedagógicas y curriculares para contextualizarlas según los intereses y motivaciones de los estudiantes.

Se habla, por supuesto, de un profesor preparado y enamorado de su trabajo por el cual el proceso curricular se desarrollará con pasión e incluso, innovará dicho proceso de la mano con herramientas y metodologías pertinentes para fomentar un aprendizaje significativo en sus estudiantes.
Donde hay amor por lo que se hace hay interés en el otro; no hay espacio para el egocentrismo sino que todos los participantes del proceso de enseñanza – aprendizaje encuentran también su importancia.

Por lo tanto, el docente selecciona y transmite los conocimientos de manera que los estudiantes la comprendan y apliquen, siempre a través de un punto formativo cuya finalidad es atraer la atención de cada uno de sus educandos para alcanzar un aprendizaje significativo, considerando a los sujetos como seres individuales, con ideologías, necesidades e intereses diferentes, que aspiran a algo más que ser de utilidad para un sistema económico hermético y absorbente. 

                              Choose a job you love, and you will never have to work a day in your life- Confucius




El gestor de conocimiento es aquel profesional que organiza sabiamente los contenidos curriculares e impulsa la curiosidad por el conocimiento, estimula constantemente el aprendizaje, toma decisiones conscientes y, previamente, informadas.

Además, conduce el proceso, y evalúa los logros de sus estudiantes; es consciente de que cada cabeza es un mundo y cada ser se desenvuelve y aprende diferente, por lo que elige recursos y metodologías que dialoguen entre sí a como con cada uno de los sujetos, sin pormenorizar la importancia del desarrollo del aprendizaje.
Por lo tanto, el docente promueve la participación, el compromiso y la responsabilidad de todos los participantes de este proceso con el objetivo de formar seres integrales.


Cuántas veces no hemos escuchado o incluso, dicho: ¿esto para qué me va a servir?
Y, ¿por qué preguntan eso? Porque nunca se nos ha preguntado qué nos interesa aprender o de qué manera queremos aprenderlo, simplemente se nos ha impuesto un conocimiento  al que muchas veces no le encontramos su utilidad o no lo concebimos como un saber importante.

Pero, ¿qué pasaría si los docentes tomaran del tiempo de la clase para preguntarnos qué queremos lograr, qué queremos saber y cómo deseamos que se desarrolle? Si esto fuera así, el aprendizaje sería más ameno y no significaría para muchos de los estudiantes actuales, un dolor de cabeza o una pérdida de tiempo.

A raíz de esto, el docente, como profesional del currículo, selecciona y organiza los contenidos para entusiasmar a sus estudiantes. Es un sujeto que identifica el tipo de estudiante que se quiere formar, las fuentes necesarias a desarrollar y la innovadora metodología configurada específicamente para construir el aprendizaje significativo.

Un profesional del currículo centra su atención en las necesidades de los estudiantes, y comprende que existen varios estilos de aprendizaje, fortalezas y debilidades en cada estudiante, por lo que diseña un currículo y lo ajusta al bien del estudiantado, y no a un bien único o personal en el que muchas veces tiene más valor recibir el pago mensual del Ministerio, que identificarse con cada uno de los demás participantes del proceso, y buscar ir “más allá del papel”, “más allá de cuatro paredes”; es decir, trascender los saberes para toda la vida.

Para empezar, considero que no se les debe idealizar el proceso enseñanza- aprendizaje, sino que se deben exponer a la realidad, los retos que deben enfrentar pero, siempre por medio de un argumento crítico, que implique un decir y escuchar desde las dos partes, y no solamente la voz del docente. Es necesario conocerlos, instar a la reflexión pero no estancarse en ese punto, sino actuar.

La manera más eficaz para entusiasmarlos es primero, exponerse con sinceridad y humildad, así como no olvidar que somos seres con defectos y en continuo aprendizaje, que erramos pero que sabemos aceptarlo, seguir adelante y mejorar.
Es fundamental establecer diálogos positivos, metodologías nuevas, amoldables para cada estudiante y estar en continua investigación para incentivar la curiosidad, dotar de dinamismo y creatividad el proceso.

Un educador crítico-transformador expone su verdad y asume con humildad que no es la única y absoluta verdad, sino que concientiza, cuestiona, reacciona y acciona. Se involucra en el desarrollo de sus estudiantes, vela por el bienestar de sus estudiantes y los conduce a la reflexión. Observa, guía y transforma pero, esto no es sinónimo de imponer, sino de incentivar y dejar que cada sujeto sea, estimulando la autonomía del aprendizaje.

Asimismo, propicia experiencias innovadoras las cuales impulsan el avance de los sujetos participantes, donde se cree un ambiente de libertad de palabra y pensamiento que nutra el aprendizaje y la enseñanza. Coloca a los estudiantes en la realidad y abre posibilidades horizontales. Centra  la construcción de los conocimientos desde una perspectiva transformadora y constantemente activa bajo condiciones pedagógicas que permitan el desarrollo personal, creativo y crítico de cada uno.

Modelos 1

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