Todo
docente debe comprender la función curricular que lleva consigo tanto en el
espacio que lo rodea como el tipo de población con quien comparte los saberes; reflexionar
y conocer las posibilidades pedagógicas y curriculares para contextualizarlas
según los intereses y motivaciones de los estudiantes.
Se
habla, por supuesto, de un profesor preparado y enamorado de su trabajo por el
cual el proceso curricular se desarrollará con pasión e incluso, innovará dicho
proceso de la mano con herramientas y metodologías pertinentes para fomentar un
aprendizaje significativo en sus estudiantes.
Donde
hay amor por lo que se hace hay interés en el otro; no hay espacio para el
egocentrismo sino que todos los participantes del proceso de enseñanza –
aprendizaje encuentran también su importancia.
Por
lo tanto, el docente selecciona y transmite los conocimientos de manera que los
estudiantes la comprendan y apliquen, siempre a través de un punto formativo
cuya finalidad es atraer la atención de cada uno de sus educandos para alcanzar
un aprendizaje significativo, considerando a los sujetos como seres
individuales, con ideologías, necesidades e intereses diferentes, que aspiran a
algo más que ser de utilidad para un sistema económico hermético y absorbente.
Choose a job you love, and you will never have to work a day in your
life- Confucius
El
gestor de conocimiento es aquel profesional que organiza sabiamente los
contenidos curriculares e impulsa la curiosidad por el conocimiento, estimula
constantemente el aprendizaje, toma decisiones conscientes y, previamente,
informadas.
Además,
conduce el proceso, y evalúa los logros de sus estudiantes; es consciente de
que cada cabeza es un mundo y cada ser se desenvuelve y aprende diferente, por
lo que elige recursos y metodologías que dialoguen entre sí a como con cada uno
de los sujetos, sin pormenorizar la importancia del desarrollo del aprendizaje.
Por
lo tanto, el docente promueve la participación, el compromiso y la
responsabilidad de todos los participantes de este proceso con el objetivo de
formar seres integrales.
Cuántas
veces no hemos escuchado o incluso, dicho: ¿esto
para qué me va a servir?
Y,
¿por qué preguntan eso? Porque nunca se nos ha preguntado qué nos interesa
aprender o de qué manera queremos aprenderlo, simplemente se nos ha impuesto un
conocimiento al que muchas veces no le
encontramos su utilidad o no lo concebimos como un saber importante.
Pero,
¿qué pasaría si los docentes tomaran del tiempo de la clase para preguntarnos
qué queremos lograr, qué queremos saber y cómo deseamos que se desarrolle? Si
esto fuera así, el aprendizaje sería más ameno y no significaría para muchos de
los estudiantes actuales, un dolor de cabeza o una pérdida de tiempo.
A
raíz de esto, el docente, como profesional del currículo, selecciona y organiza
los contenidos para entusiasmar a sus estudiantes. Es un sujeto que identifica
el tipo de estudiante que se quiere formar, las fuentes necesarias a
desarrollar y la innovadora metodología configurada específicamente para
construir el aprendizaje significativo.
Un profesional del currículo centra su
atención en las necesidades de los estudiantes, y comprende que existen varios
estilos de aprendizaje, fortalezas y debilidades en cada estudiante, por lo que
diseña un currículo y lo ajusta al bien del estudiantado, y no a un bien único
o personal en el que muchas veces tiene más valor recibir el pago mensual del Ministerio,
que identificarse con cada uno de los demás participantes del proceso, y buscar
ir “más allá del papel”, “más allá de cuatro paredes”; es decir, trascender los
saberes para toda la vida.
Para
empezar, considero que no se les debe idealizar el proceso enseñanza-
aprendizaje, sino que se deben exponer a la realidad, los retos que deben
enfrentar pero, siempre por medio de un argumento crítico, que implique un
decir y escuchar desde las dos partes, y no solamente la voz del docente. Es
necesario conocerlos, instar a la reflexión pero no estancarse en ese punto,
sino actuar.
La
manera más eficaz para entusiasmarlos es primero, exponerse con sinceridad y
humildad, así como no olvidar que somos seres con defectos y en continuo
aprendizaje, que erramos pero que sabemos aceptarlo, seguir adelante y mejorar.
Es
fundamental establecer diálogos positivos, metodologías nuevas, amoldables para
cada estudiante y estar en continua investigación para incentivar la
curiosidad, dotar de dinamismo y creatividad el proceso.
Un
educador crítico-transformador expone su verdad y asume con humildad que no es
la única y absoluta verdad, sino que concientiza, cuestiona, reacciona y
acciona. Se involucra en el desarrollo de sus estudiantes, vela por el bienestar
de sus estudiantes y los conduce a la reflexión. Observa, guía y transforma
pero, esto no es sinónimo de imponer, sino de incentivar y dejar que cada
sujeto sea, estimulando la autonomía del aprendizaje.
Asimismo,
propicia experiencias innovadoras las cuales impulsan el avance de los sujetos
participantes, donde se cree un ambiente de libertad de palabra y pensamiento
que nutra el aprendizaje y la enseñanza. Coloca a los estudiantes en la
realidad y abre posibilidades horizontales. Centra la construcción de los conocimientos desde
una perspectiva transformadora y constantemente activa bajo condiciones
pedagógicas que permitan el desarrollo personal, creativo y crítico de cada
uno.
|